Historia de la naranja
Más allá de los mitos, la historia de la naranja se relaciona con su capacidad de expansión y adaptación a diferentes terrenos. Su origen, con casi total certeza, se sitúa en las regiones tropicales y subtropicales de Asia y el archipiélago malayo. Desde allí, la expansión a zonas como el nordeste de la India o el centro y el norte de China fue sencilla gracias a la Ruta de la Seda. Algo más compleja fue al resto del mundo estando siempre ligada a grandes acontecimientos históricos.
El cidro (o primer cítrico, que sería el origen del naranjo) fue llevado por el faraón Tutmosis III a Egipto en el siglo XV-XVI a.C. Alrededor de diez siglos después, los ejércitos de Alejandro Magno lo introducirán en Grecia y de ahí su presencia en el tratado de plantas de Teofrasto, datado en el siglo IV a.C.
Aunque los romanos consideraban la naranja como un fruto exótico, pronto se familiarizaron con su cultivo y éste se extendió por sus áreas de control en el Mediterráneo. Años después, los árabes encuentran otro cítrico, lo que conocemos como naranjo amargo, en la India. Posteriormente, junto con su civilización, su cultivo se extiende al norte de África, Sicilia, Cerdeña y España, donde comienza a convivir diferentes especies de cítricos.
Una vez establecido su cultivo en Europa, la historia de la naranja y su llegada al Nuevo Mundo corre a cargo de los conquistadores portugueses y españoles.